VINIYOGA – IV.    

Estamos con la cuarta entrega de viniyoga.

Empezamos con una pequeña invocación que podía reducirse en esencia “śrīgurubhyonamaḥ”, o puede ser un poquito más elaborada.

Hemos venido viendo los comentarios de Chandra sobre el aforismo sexto del tercer libro que nos habla sobre viniyoga. El aforismo dice tasyabhūmiṣuviniyogaḥ.

Este aforismo nos habla de un proceso que comienza donde nos encontramos y evoluciona, a través de un sin fin de número de pasos, hacia un objetivo. El objetivo es el desarrollo de lo que verdaderamente somos, que en yoga se conoce como “svadharma”. Svadharma es el dharma personal o el deber personal, que básicamente quiere decir que es el cometido que tenemos en esta vida o el sentido de nuestro nacimiento o el sentido de nuestra vida.

Habíamos dicho que la explicación se había dado en un momento concreto y particular con la intención de compartir una idea determinada del aforismo, pero que no es la única explicación de su contenido.

Y en este sentido, habíamos hablado que el término Viniyoga nos aporta esta idea de un proceso evolutivo formado con una concatenación de fases sucesiva en la misma dirección. Esta concatenación de fases sucesivas, en yoga lo conocemos como Vinyāsa. Y durante nuestros años de práctica hemos experimentado que cuando la concatenación de fases está muy en la medida justa, nos va llevando a la postura de forma progresiva y tan natural que no nos damos cuenta de que hemos llegado a la postura.

Quiero decir que, cuando aspiramos a llegar a una postura que tenemos como objetivo y nos programamos un trabajo a través de un Vinyāsa evolutivo, no es inmediato sino que puede ser de seis meses o un año. Porque, a lo mejor, esa postura no es posible para mí ahora, pero a través de este Vinyāsa de seis meses o un año, cuando abordo la postura al final de ese Vinyāsa, la postura ya sí me es posible. Es una manera.

Hablo de una postura, pero obviamente puedo tener una postura física, mental, emocional, interna, orgánica, etc.

Y decía que hacía falta la aplicación de un esfuerzo porque nuestras tendencias que tenemos no nos llevan de forma natural hacia el desarrollo de nosotros mismos, muchas veces nos llevan hacia la destrucción, en vez de a la realización.

Debe buscarse y seguirse un medio (práctica) que pueda reducir las dos características del cuerpo y el espíritu, que son la excitabilidad y la inactividad (rajas y tamas). Habría que modificar también la alimentación y otros elementos de la vida, pues actúan en el sentido de la purificación o la polución de las cualidades del cuerpo y el espíritu.

Pero para preparar el psiquismo, no basta con el simple deseo de cambiar, se necesita un trabajo intenso y perseverante.

Por eso hablaba del aforismo 12 del primer capítulo que es abhyāsa y vairāgya.

Dice Abhyāsa – vairāgyābhyāṁ tan-nirodhaḥ, que es el esfuerzo justo y la capacidad de abandonar los obstáculos y los apegos que entorpecen ese proceso.

Luego, para que este esfuerzo sea justo, tiene que tener en cuenta las aspiraciones, las capacidades y las necesidades de la persona en cuestión y muchos más aspectos internos y externos de la persona. Para que el esfuerzo sea justo tiene que ser acorde a su capacidad de la persona de mantener los intentos largo tiempo, hasta obtener éxito.

Aquí explique más concretamente que cada uno de nosotros tiene una huella digital en el universo que es única, que en el momento en que ha nacido uno es único y las condiciones de ese momento, internas y externas, de las personas, de sus padres, del entorno, es único. Entonces de eso hablé. (Svadharma).

Y en aforismo numero 13 nos dice que para que los beneficios de la aplicación de la toma de conciencia de nuestra progresión, que podemos entender como yoga, para que ese esfuerzo justo dé sus frutos, la aplicación de esta toma de conciencia ha de permanecer firme y estable y también debe realizarse de manera prolongada en el tiempo, sostenerse en el tiempo. Para que haya esa progresión ha de ser sostenida en el tiempo.

Cuando se habla de yoga, abhyāsaḥ no puede contentarse con ser ocasional, abhyāsaḥ exige un trabajo intenso, sostenido, seguido y prolongado (āsevitaḥ, lo vemos en el Sutra 1.14).

Y el aforismo número 14, que es dónde lo dejamos, dice que el esfuerzo continuo debería durar un largo tiempo y no tener interrupciones. Porque en cuanto hay una interrupción se suele bajar. Las paradas solo pueden facilitar el surgir de las tendencias no deseables. Incluso cuando se alcanza el objetivo, no está permitida ninguna interrupción del esfuerzo.

Este Sutra también dice que “este esfuerzo debería nutrirse de actitudes positivas”.

Porque cuando el esfuerzo es el correcto, este trabajo intenso de intentos incesantes (yatna) nos va a mostrar cada vez con mayor claridad lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, en función del objetivo escogido.

Así, el esfuerzo lo haré con una actitud positiva que me permite practicar con dedicación y me impregna de una confianza entusiasta de que la aplicación de este método, la aplicación de esta práctica que me lleva a esta toma de conciencia, es justamente lo que necesito.

Entonces este esfuerzo se debería de nutrir de esta idea, de la idea de que ese es justo el esfuerzo, de que justo ese esfuerzo es lo que necesito hacer, porque la toma de conciencia de mis necesidades más internas así me lo dicen.

Por tanto es importante que yo tenga la confianza entusiasta de que la aplicación de estas prácticas es justamente lo que necesito. Y, a su vez, esta confianza entusiasta de que eso es justamente lo que necesito, me surge de estas prácticas, que hacen que yo tome conciencia de lo que soy y de donde voy.

De esta manera es como el esfuerzo se convierte en entusiasmo, claro, porque lo veo claro.

Cuando no lo veo claro, pues no. Lo hago porque lo hago.

Pero cuando lo tengo claro lo hago porque sé qué es y también sé qué es lo que tengo que hacer, aunque a veces falle.

“Al ser un proceso totalmente individual para cada ser humano, entendemos que este proceso evolutivo se debe adaptar a cada persona y a cada momento de su situación vital”.

Entonces la adaptación que hacemos es a la persona y al momento, a cada uno de sus momentos.

Por tanto, este proceso se adapta todo el tiempo. Hoy hago una práctica y aunque haga esa práctica mañana, mañana es diferente. Y tengo que adaptarme, no puede ser lo mismo. No es lo mismo.

Y lo que tengo que adaptar es la respiración, el esfuerzo, la intensidad, la ejecución, la movilidad, la atención, todo. Todo tengo que adaptarlo, no es lo mismo.

Claro, si soy consciente de ver esas cosas, de sentir eso, también seré consciente de sentir los procesos internos y de sentir qué está sucediendo y adaptarme.

“Cada persona se encarna en un cuerpo, en un tiempo, en una sociedad, en una familia, en una época y en un lugar de la prakṛti, totalmente distinto”.

La prakṛti es la naturaleza, el universo cambiante.

Otro ser no puede ocupar mi cuerpo. Yo ocupo un espacio y me encarno en un espacio totalmente distinto a otro, aunque puedan ser los gemelos muy parecidos, somos distintos y con svadharma totalmente diferentes. El svadharma es el deber personal.

“De esta manera podemos interpretar que el término vinyoga nos habla de la capacidad de adaptación del yoga y sus herramientas a las necesidades específicas de cada ser humano durante todo su proceso evolutivo”.

Todo el momento, desde el nacimiento hasta la muerte, todo el momento se puede adaptar.

Expliqué, en otro comentario, que por práctica de yoga entendemos cualquier acción que nos lleve en la dirección del conocimiento de nuestro svadharma o del desarrollo individual de nuestra esencia.

Y esto tiene lugar incluso en determinadas circunstancias de la vida en que no lo vemos tan claramente

Por ejemplo, cuando somos mayores es fácil que perdamos nuestras facultades mentales; no del todo, sino que disminuyen. Pues eso es una adaptación del organismo y esa persona, el ser humano, sigue creciendo en su interior. Por ese motivo hay que cuidarlo, porque dentro siguen pasando cosas. Por dentro, la persona vive interiormente, tiene una vivencia interna.

Entonces, aunque por fuera nuestra mente no tenga la capacidad de realizar ciertas cosas o no pueda expresarse, por dentro están pasando cosas y por supuesto que sí que hay que cuidar a esa persona para que pase por ese proceso. A veces para las personas que lo cuidan es complicado.

Pero para que entiendas que esto que digo está claro, observa cuando estás inmóvil. Parece que no estás haciendo nada. Sin embargo estás ahí y hay cosas que están sucediendo. Entonces podemos estar inmóviles, pero tenemos la respiración y tenemos la mente.

Entonces viniyoga es esa adaptación. Y la vida se adapta a veces para que nosotros pasemos unas circunstancias determinadas.

“viniyogaḥ nos evoca la capacidad de adaptación del yoga a las necesidades específicas de cada ser humano durante toda su trayectoria vital”

Y claro, no tenemos que estar siempre jóvenes y bellos, no tenemos que tener una mente despierta y hábil todo el rato, no necesariamente es así. Incluso desde el principio podemos nacer con una enfermedad o con una particularidad que hace que tengamos una especificidad, bueno solo una especificidad. Luego el svadharma de cada uno es el svadharma de cada uno y yo puedo tener una especificidad y conocer mi svadharma y, al contrario, yo puedo pues ser una persona, digamos con todas las facultades, y no conocerlo.

Esta adaptación de la que nos evoca viniyoga, cuanto más fina, precisa, ajustada y natural sea, más eficiente y natural será la evolución de la persona hacia la consecución de su svadharma.

Claro, cuanto más ajustada sea la adaptación a esa persona, más favorable es la evolución de esa persona hacia lo que verdaderamente es.

Podemos decir que el yogaḥ es la toma de conciencia de los pasos necesarios para favorecer la evolución natural del ser humano y su adaptación al constante cabio de su mundo interno y externo.

El cambio y la adaptación del ser humano al cambio es una constante en el ser humano.

El mundo interno puede ser muy interno, muy sutil, tanto que habitualmente es completamente desconocido para nosotros. Y también el mundo externo puede ser muy externo.

Claro, nosotros del mundo externo conocemos nuestro barrio y donde vamos de vacaciones. A lo mejor hemos viajado y hemos ido a ver otros países, pero el mundo no creo que lo conozcamos en todas sus dimensiones, me refiero a la tierra. Pero incluso la tierra es una parte pequeña del sistema solar. El sistema solar es una parte pequeña de una galaxia. Que a su vez es una parte pequeña de otras galaxias.

Entonces nosotros en realidad cuando pensamos sobre nuestro mundo externo pensamos en una migaja, lo que más inmediato tenemos, pero el mundo externo es el macrocosmos.

Y en cuanto al mundo interno, no vamos más allá de nuestras narices. Pero hay mucho más…

A veces se habla de que el macrocosmos es un reflejo del microcosmos, el microcosmos es un reflejo del macrocosmos. Y si el microcosmos es un reflejo del macrocosmos, entonces el microcosmos es tan grande como el macrocosmos.

Pero nosotros, la percepción que tenemos de nosotros mismos es muy limitada, bueno yo por lo menos. Quiero decir que no va más allá de la piel. Sí, me duele aquí en el hueso, me duele aquí en el musculo, pero vamos, no va más allá.

Pues con el trabajo del yoga vamos más allá. Primero de lo físico, más profundo quiero decir. Entonces sentimos lo que hay dentro de nosotros, los órganos, y sentimos cómo funcionan, sentimos la musculatura, el torrente sanguíneo, sentimos el sistema nervioso, etc. Y eso no deja de ser una cuestión física. Solo es físico. Pero después de lo físico hay algo más sutil.

Por eso primero tenemos que ir sintiendo la piel hacia dentro. Y yo lo explico algunas veces en las clases y parece, así como muy raro, pero lo raro sería que ahora estuviera sintiendo lo que sintierais vosotros en vuestro cuerpo. Eso sí es raro. No digo que no se pueda, digo que es raro. Pero si siento y mi cuerpo a lo mejor no es tan raro, digo yo…..

Lo que pasa que nosotros no estamos acostumbrados a hacer este trabajo hacia nuestro interior. Por eso hacemos las prácticas. Las prácticas que hacemos van en esa dirección, en ese descubrimiento hacia nuestro interior.

“El cambio y la adaptación del ser humano al cambio es una constante en el ser humano y empieza en el momento de la concepción”. “El cigoto a partir del cual se desarrolla el embrión de un ser vivo va adaptándose al medio para sobrevivir y crecer”.

A veces ese cigoto se desprende y no llega a embrión, no se adhiere a las paredes del útero y se expulsa. No todos lo cigotos nacen, como no todos los espermatozoides fecundan un óvulo. Pero el cigoto se intenta adaptar porque si no consigue adaptarse, no nace. Cuando sí se adapta, el cigoto crece hasta convertirse en un embrión. Después ese embrión se sigue adaptando al medio y se convierte en un feto; y va evolucionando progresivamente hacia neonato, bebé, infante, púber, adolescente, joven, adulto, senectud y de la senectud ya hemos llegado a la liberación del cuerpo, quiero decir que abandonamos el cuerpo.

En todo ese proceso el ser humano se ha venido adaptando, se ha adaptado a las diferentes situaciones externas e internas.

Sin embargo, a pesar de que todo cambio está en nuestro ADN, nosotros luchamos contra él, no queremos cambiar. Cuando algo cambia en nuestra rutina ya no me gusta me enfado. Te cambian, iba a hacer esto y ya no lo puedo hacer, entonces me enfado. Pero vinyoga, la adaptación, es constante, todo el rato.

“A pesar de esta evidente realidad, los seres humanos tendemos a congelar los cambios mediante identificaciones”.

Una identificación es una idea y en esa idea congelo. Digo ¡no, esto es así! Y ya lo congelo.

“Me hago una idea de cómo me gustaría que fueran las cosas y me aferro a ella”.
Y el sufrimiento viene cuando, a pesar de mi idea, la naturaleza se impone y los cambios son evidentes e irremediables. ¿Entiendes? Cuando mi idea ya no la soporta la realidad.

Se me ocurre el siguiente ejemplo: yo tengo mi idea preestablecida de lo que es una pareja y yo busco una pareja para hacer esa idea. Voy con esa idea, pero en un momento dado esa idea ya no se sostiene y se rompe, entonces sufro. El sufrimiento viene cuando la naturaleza de los acontecimientos se impone y los cambios son evidentes e irremediables.

“Cuando esto sucede puedo hundirme ante esa realidad o puedo adaptarme ante esa nueva realidad”.

Dije el ejemplo de la pareja, pero puede ser cualquier cosa. Puedo ser yo mismo. Yo creo que soy de una manera, pero el tiempo pasa y mi cuerpo cambia y llega un momento en que esa idea que tengo de mí se desmorona. Y yo me puedo hundir con la idea o puedo adaptarme a la nueva realidad. Normalmente nos peleamos con el cambio, no queremos que pase. No quiero que mi piel tenga una arruga y nos damos tratamiento. Y a pesar de la evidencia yo quiero que todo siga igual. El cuerpo mismo se va adaptando a las diferentes circunstancias.

Por hoy voy a parar aquí. Si tenéis alguna pregunta podéis hacerla en la siguiente dirección:
info@asana-yoga.es
Gustosamente intentaré responderlas.

También podéis escuchar este comentario Viniyoga IV  en el siguiente enlace    https://www.youtube.com/watch?v=WnEcIMI2R3w

Om shantih

Santiago Cogolludo Fernández

Formador y Profesor de Yoga y de Yoga Terapia

Alumno de Margot Paccaud, Ernesto Gil, Claude Marèchal, Chandra Klee Cuffaro, S. Shobana.

Puedes ver la exposición que he hecho de este artículo en YouTube:

Viniyoga IV https://www.youtube.com/watch?v=WnEcIMI2R3w